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jueves, 23 de febrero de 2012

Reflejos que dicen tanto.

 Reflejos translúcidos, que muestran de dónde vienes, a dónde vas y dónde puedes llegar.

 Entre dos casas. Entre dos casas: la de mis padres y la de la familia de mi amigo Xavi se encuentra la mía. Flanqueado por un olivo (como no podía ser de otra manera) y un limonero lunero está el pasillo que comunica toda mi casa. Empieza en el lado oeste, con un fijo y una puerta para que mis padres puedan entrar en casa y yo ir a la suya. Consta de una escalera con los escalones sin contrahuella y el pasillo. Acaba en un cristal fijo de 170 kilos de peso, para el que hicieron falta 4 tiarrones para colocarlo. En un pasillo siempre se pierden metros, pero el mío tiene mucho simbolismo y mucha personalidad.



En esta foto se ve mejor el batiburrillo de casas entremezclado en el reflejo de este cristal.

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